Nuevas poblaciones de colonización agrícola. Miralrío (Vilches, Jaén)
El regadío, ideal ilustrado y del pensamiento regeneracionista de principios del siglo XX, estaba llamado a redimir al campo andaluz de su atraso secular. Su expansión, sin embargo, no tomaría impulso hasta el franquismo cuando se vincula a la construcción de grandes obras hidráulicas, dando lugar a un modelo de transformación que se repetiría por toda Andalucía. Este modelo tiene especial repercusión en el Valle del Guadalquivir donde el Estado construyó grandes embalses, canales y poblados de colonización como parte de un gran proyecto de ordenación del territorio tutelado desde el Instituto Nacional de Colonización (INC).
Un poco de historia: La obra del Instituto Nacional de Colonización (1939-1970)
El INC fue creado en 1939 con el objetivo de lograr la reforma social y económica del mundo rural y el incremento de la producción mediante la puesta en explotación o en riego de zonas transformadas. El Nuevo Estado pretendía la fijación de la población campesina cerca de los recursos primarios, acabar con el conflicto social latente y con el estado de necesidad del campesinado meridional.
La evolución del proyecto inicial de promover la transformación privada de las tierras fracasó por el desinterés de los terratenientes, pero la aprobación de la Ley de 1949 de Colonización de Grandes Zonas Regables, por la que el Estado se hacía cargo de las transformaciones de puesta en riego, supuso un salto cualitativo hacia la transformación integral del territorio. El Instituto Nacional de Colonización construyó, entre 1943 y 1970, trescientas poblaciones y trasladó a 55.000 familias, de los que 113 se localizaron en el territorio andaluz: concretamente 23 en Jaén, 23 en Sevilla, 17 en Cádiz, y un número menor en el resto de provincias. Estas poblaciones, junto con las obras hidráulicas y la transformación en regadío, aunque no alcanzaron sus objetivos, en buena parte por la resistencia de los grandes propietarios a vender sus propiedades y por la falta de aplicación de un modelo agrario verdaderamente innovador, tuviero un impacto de gran trascendencia en el territorio andaluz, especialmente en las cuencas del Guadalquivir y del Guadalete, aunque no alcanzó sus objetivos, en parte, por la resistencia de los grandes propietarios a vender sus propiedades y por la falta de aplicación de un modelo agrario verdaderamente innovador.
Modelos territoriales del regadío andaluz. Atlas de la Historia del Territorio de Andalucía. http://www.juntadeandalucia.es/institutodeestadisticaycartografia/atlasterritorio/index.htm
La construcción de los pueblos de colonización fue una de las tres alternativas utilizadas para ofrecer viviendas y servicios a los nuevos colonos desplazados, frente a la vivienda aislada y la pequeña agrupación de viviendas sin servicios cívicos. Era la alternativa más compleja pero se entendía que era la más eficiente al ofrecer servicios básicos. Su localización daba gran importancia a la accesibilidad a los lugares del trabajo dentro de la zona de influencia que deberían atender. Muchos de los pueblos de colonización configurados pueden considerarse que responden a los tópicos de la cultura popular pero, a su vez, sirvieron paradójicamente de campo de experiencias de las nuevas tendencias arquitectónicas y urbanísticas, siendo testimonios de la compleja transición a la modernidad de las disciplinas urbanísticas y arquitectónicas así como ejemplos de innovación.
Su devenir estos años desde su primera ocupación ha sido muy diverso, dada la gran cantidad de casos, al estar sujetos a profundas transformaciones territoriales y del sector primario. Por sus reducidas dimensiones, comprendidas entre los 250 y 500 habitantes, la mayoría de ellos no ha podido competir e integrarse con eficiencia en el sistema de ciudades andaluz, permaneciendo estancados o con tendencias regresivas. Solo unos pocos han seguido dinámicas positivas como sucede en la zona regable del Guadalcacín. Mientras que en los Campos de Dalías y Níjar aparecieron tensiones urbanísticas y crecimientos expansivos que prácticamente los han hecho irreconocibles, en otros se observa el uso de este patrimonio edificado como segunda vivienda. En todo caso solo una mínima parte de los pueblos de colonización ha alcanzado la madurez suficiente para emanciparse y constituirse en municipio, como ha sucedido con Isla Mayor (en este caso sin la iniciativa del INC) o ha desplazado en sus funciones a la capital municipal matriz como ocurre con La Puebla de Vícar en Almería.
Fueron muchas las soluciones adoptadas en el trazado de los nuevos núcleos rurales, para lo que se contó con la participación de un equipo de jóvenes y brillantes arquitectos como Antonio Fernández Alba, José Luis Fernández del Amo y Alejandro de la Sota, que han creado un modelo de ocupación del territorio y de paisaje contemporáneo atractivo, cuyo valor ha sido reconocido con su inclusión en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz como bienes inmuebles del Movimiento Moderno. Como criterios de diseño utilizados: la vivienda era el elemento central, de planta funcional e higiénica, con especial cuidado al soleamiento y la ventilación. Las casas estaban dotadas de unas amplias dependencias agrícolas: cuadra-establo, granero y almacén de aperos, disponiéndose de calles de accesos diferenciadas para las viviendas y para las dependencias agrícolas. El enfoque productivo e ideológico se llevó al trazado del viario en el que no se renunciaba a la separación de los tráficos, al criterio de la accesibilidad y a la importancia destacada del centro cívico, donde se localizaban los servicios.
A partir de los años 60 el INC apostó por propuestas muy innovadoras en el trazado urbano, evitando la repetición de los trazados ortogonales y a ello se le unió la incorporación en los modestos mobiliarios y, sobre todo, de los elementos decorativos de las iglesias en los que participaron artistas de vanguardia de esa época, fruto del interés de Fernández del Amo por la integración de las artes en sus proyectos, y ello pese a la oposición de ciertos elementos de la jerarquía eclesiástica local lo que provocó la destrucción de algunas de estas muestras artísticas.
Otra característica de estos poblados era la importancia que tenían los servicios públicos. Aunque su composición variaba según la importancia del nuevo núcleo rural y de su proximidad o no a las poblaciones convencionales, tenía un gran protagonismo en estos nuevos poblados la plaza, generalmente porticada, donde se concentraban los servicios y donde destacaban el gran protagonismo de la iglesia, el edificio social, la escuela y los edificios cooperativos.
Miralrío: el espacio preexistente
El terreno sobre el que se localiza hoy día el poblado de Miralrío lo ocupaba una antigua cortijada que tenía el mismo nombre, que hace alusión a su posición dominante sobre los ríos Guadalén y Guadalimar, vegas feraces de uso agrícola desde antiguo que aprovechaban la riqueza edáfica de estos suelos sedimentarios para el cultivo de cereales y -secundariamente- olivar. Solo hacia el oeste el carácter más accidentado propiciaba la persistencia de las actividades silvopastoriles.
La importancia que desde antiguo ha debido jugar el emplazamiento estratégico de este territorio se constata con la proximidad de dos importantes enclaves: la fortificación de la Edad del Bronce en el Cerro del Salto (en la actual cerrada de la presa a 1,5 km al este) y la ciudad ibérica y complejo rupestre de Giribaile (a 4,5 kilómetros al este de Miralrío), que controlaba el amplio territorio minero de los valles del Guadalén y Guadalimar. En el mismo cortijo de Miralrío confluían numerosos caminos, pese a los obstáculos que suponía la existencia de los caudalosos ríos en su entorno, entre los que destacaba el dirigido al norte hacia la capital municipal (Vilches) y hacia el oeste, a la ciudad de Linares.
Detalle del entorno del cortijo Miralrío. Hoja 905 1ªedición de la serie M786. U. S. Army Map Service, año 1943. Recopilado y editado por el Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía.
Cortijo de Miralrío, Ortofoto del Vuelo Americano, 1956.
La construcción de Miralrío: 1964-67
La situación de la provincia de Jaén tras la Guerra Civil era calamitosa: en 1946 el 25% de la población muerta por inanición en España era de esta provincia, que contaba con un 30% de población analfabeta, graves problemas de infravivienda y paro. La renta per cápita provincial era solo un tercio de la de Vizcaya. Para remediar esta situación en 1953 se aprobó el Plan Jaén, plan coordinado de obras hidráulicas, transformación agrícola, colonización, industrialización y electrificación. En este marco se desarrollaron actuaciones como la transformación de las Vegas Medias del Guadalquivir y la construcción del cercano embalse de Guadalén.
La edificación del poblado de Miralrio entre 1964 y 1967 fue una iniciativa perteneciente a la última etapa constructiva del INC en la que primó la puesta en riego y la concentración parcelaria sobre la colonización integral. Es un poblado de pequeña entidad, vinculado a la transformación en regadío de la finca del mismo nombre y se realizó bajo la dirección del arquitecto José Luis Fernández del Amo, autor de algunas de las más interesantes propuestas urbanísticas y arquitectónicas en los poblados de colonización del INC. Aquí ensaya una propuesta radial en el que el pueblo no solo se adapta a la orografía del terreno, sino que hace de ella y del paisaje su razón de ser. La meseta que le sirve de emplazamiento es coronada por un anillo de 68 viviendas con los corrales y dependencias agrícolas dispuestas radialmente hacia las parcelas, agrupadas de dos a dos en una planta hexagonal, orientando las estancias de uso doméstico hacia el interior de la ordenación elíptica, segregando a lado opuesto las dependencias agrícolas mediante patios.
En el interior un gran espacio libre forestal que rodea a un núcleo central donde se localizan los equipamientos y los edificios y espacios de relación: iglesia, consultorio médico, dependencias administrativas y plazas. En ellos confluyen las formas tradicionales de la arquitectura popular sin renunciar a la expresión del lenguaje moderno.
Proyecto de nueva población de Miralrío. Fuente: Revista Arquitectura, nº 192, diciembre 1974.
Detalle de Miralrío y su entorno próximo. Fotograma del vuelo de CETFA de1974. Fototeca del IECA.
Evolución reciente: cambios de usos y concentración parcelaria
Los nuevos poblados de colonización han tenido en estas últimas décadas evoluciones muy dispares en razón a la competitividad de los cultivos, a su localización y accesibilidad. Por lo general han acusado mal, tanto la pérdida del factor positivo de proximidad a las explotaciones, por la motorización del agro, como el envejecimiento de los colonos y de las instalaciones de regadío.
En el caso de Miralrío, éste conoce un declive demográfico constante tras alcanzar su techo poblacional en 1986 con 326 habitantes, que en 2014 se han reducido a 188. Comparando las ortofotografías del Vuelo del Instituto Geográfico Nacional de 1984 y del PNOA del 2013 se observan las escasas transformaciones del espacio construido del poblado, que permanece prácticamente inalterable, salvo los lógicos cambios producidos por los cambios de usos de los espacios destinados para el ganado y el granero, ahora incorporado en muchos casos a la vivienda aneja. Aunque no se han producido cambios sustanciales, para evitar la alteración de esta singular trama urbana, en 2006 la Dirección General de Bienes Culturales inscribió el poblado en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz como bien inmueble representativo del Movimiento Moderno, siendo también seleccionado por su interés por el grupo de trabajo andaluz de la organización internacional DOCOMOMO, de documentación y protección de este Movimiento.
Mucho más notables son los cambios observados en los usos de la tierra y en el parcelario: por un lado se observa una clara orientación hacia los cultivos del olivar en regadío, que se convierte en un monocultivo, ocupando incluso las parcelas alargadas de la vega que claramente tienen una vocación de uso en regadío más intensivo. También se observa la implantación de marcos intensivos propios de plantaciones jóvenes, así como la aparición de numerosas balsas utilizadas para facilitar el riego colectivo por goteo. Otro cambio producido es el de la concentración parcelaria, especialmente en las faldas al oeste de la población, lo que evidencia un abandono de la actividad por el envejecimiento de los propietarios y la necesidad de optimizar la explotación con un tamaño de propiedad mayor al inicialmente entregado a los colonos.
Miralrio 1984. Ortofotografía del Instituto Geográfico Nacional.
El otro elemento destacado es la construcción de la presa de Giribaile sobre el río Guadalimar, que entró en servicio en 1996, situada en las proximidades de la población hacia el este. Por su capacidad, 475 Hm3 con una lámina de agua máxima de 2.493 ha, es el cuarto embalse de mayores dimensiones de la Cuenca del Guadalquivir, teniendo como objetivo principal la regulación de caudales de la cuenca del río Guadalimar, así como la producción de electricidad.
Miralrío 2013. Ortofotografia del Plan Nacional de Ortofotografía Aérea.
Podeis ver actuaciones similares en los pueblos de colonizacion del norte de Caceres: Vegaviana en la cuenca del Alagon( espectacular) y Rosalejo, Tietar, Pueblonuevo,….en la cuenca del Tietar! La transformacion arquitectonica en algunos no ha sido la mas adecuada, pero tienen elementos interesantes!