La estratégica posición de Cádiz en las rutas marítimas la convirtió en un puerto especialmente codiciado durante la Edad Moderna. Por este motivo, sufrió varios ataques (saqueo por una flota anglo-holandesa en 1596, intentona de otra armada en 1625,...) y se vio obligada a dotarse de fortificaciones cada vez más poderosas, transformándose en la plaza más fuerte de Andalucía.