El hábitat troglodita de Guadix: de espacio marginal a singular enclave turístico

Publicado el 29.julio.2014 por IECA y archivado en Cartografía
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La ciudad de Guadix está situada en uno de los principales corredores naturales del sur de la Península, entre Sierra Nevada y la Sierra de Baza, siendo un punto estratégico en las conexiones entre el Valle del Guadalquivir y el Levante. Esa importancia geográfica e histórica ha tenido reflejo en el abundante patrimonio monumental que conforma su fisonomía urbana, donde destacan la catedral, la alcazaba y numerosas iglesias y palacios, huellas de una rica historia que tuvo entre sus principales hitos ser capital episcopal al menos desde el siglo IV, siendo posteriormente refrendada en el siglo XV.

Cabecera y centro económico y de servicios de las comarcas de la Hoya de Guadix y del Marquesado de Zenete, ha sabido sobreponerse al impacto del abandono de la actividad minera compensándolo en parte por la implantación de uno de los parques de energías alternativas más importantes de Europa, y por su papel como área de servicios en el corredor consolidado por la construcción de la autovía A-92, en sus dos ramales que aquí confluyen: el norte que se dirige por Puerto Lumbreras hacia Murcia, y el que completa el eje andaluz transversal al conectar Huelva con Almería.

Uno de los rasgos característicos de la ciudad de Guadix es la importancia del hábitat troglodita, muy común en esta comarca y en otros espacios del Levante Almeriense. Se trataba de una forma de población marginal olvidada por los poderes públicos y que hoy día es un espacio urbano vivo que ha encontrado una nueva consideración digna y atractiva. La causa fundamental de su existencia es la presencia de bad lands, paisaje ruiniforme de fisonomía árida y litología rica en arcillas, erosionada por el viento y por el agua en el que son abundantes cañones, cárcavas, barrancos y canales. Esta riqueza en arcilla permitía su fácil labrado por alarifes con técnicas relativamente económicas para evitar su derrumbe, así como para permitir la mayor luminosidad, ventilación e higiene posible gracias al uso de techos abovedados, encalados, apertura de huecos en fachada y perforación de chimeneas.

El origen de las casas cueva parece que estuvo en la Reconquista y en las revueltas de los moriscos, cuando estos espacios periféricos a las poblaciones sirvieron de refugio a los musulmanes, que habitaron en casas excavadas en la arcilla. El fenómeno del trogloditismo tiene razón de ser en lo económico de la construcción de estas viviendas y en las buenas condiciones climáticas de este hábitat, que mantenía una temperatura estable, y sin problemas de humedad por el carácter impermeable de las arcillas. Sin embargo, las casas cueva se insertaban en un entorno carente de cualquier servicio público, pues carecían de luz eléctrica, abastecimiento y saneamiento y estaban asociadas a grupos familiares y étnicos con relaciones complejas cuya situación se veía agravada por la situación de desamparo y olvido en la que vivieron hasta avanzada la segunda mitad del siglo XX.

Guadix, 1958

De los fondos de la Compañía Española de Trabajos Fotográficos Aéreos (CETFA), adquiridos por el IECA para ampliar la Fototeca de Andalucía, procede este fotograma de un vuelo bajo de 1958 en el que se representa la mayor parte del casco urbano de la ciudad. Guadix tenía entonces 24.997 habitantes (censo de 1960), y había iniciado su declive demográfico, después de haber alcanzado su techo poblacional una década antes.

La imagen muestra una ciudad ceñida prácticamente a su casco histórico, cuyo límite norte es la carretera nacional Granada-Murcia, apenas visible en la parte superior del fotograma. Muy próximo a esta carretera se encuentran los edificios más representativos del patrimonio monumental: el palacio Arzobispal, la catedral y la plaza de la Constitución con el Ayuntamiento. Destacan sobremanera los grandes espacios agrícolas insertos en la trama urbana: al oeste la Huerta Milla, muy próxima a la Alcazaba, y la más extensa Huerta de Carrasco al Este. Pero sin duda lo más llamativo de la imagen es la enorme superficie de las barriadas de casas cueva: se calcula que éstas ocupaban más de 200 hectáreas (una superficie mayor que la del casco urbano convencional) con cerca de 4.000 casas cueva en donde llegó a residir aproximadamente la mitad de la población de Guadix.

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A continuación se muestra la imagen de un detalle de los barrios de las casas cueva, concretamente destaca una estructura del viario en forma de abanico que confluye sin relacionarse entre sí con las principales calles de la ciudad convencional, en el que éstas -la mayoría sin asfaltar- son veredas, cañadas y barrancos que se dirigen hacia el norte adaptadas a la topografía con formas intrincadas y anárquicas donde es difícil orientarse. Las cuevas se distribuyen con una estructura donde apenas se distinguen en la imagen el muro de la facha y los corrales y patios anejos, ya que la mayoría de sus habitantes tenían una clara vinculación rural.

No existen dotaciones públicas, ni elementos urbanos singulares en estos barrios, salvo la Ermita Nueva, situada justo en la parte inferior de la imagen, construida inicialmente también en una cueva, pero luego dignificada en el siglo XX con la construcción de un centro escolar y una parroquia, gracias a la labor cívica y ecuménica de un pionero: el Padre Poveda (hoy santificado). Algo parecido sucedía en la barriada de las Cuatro Veredas, donde la presencia de una cueva-ermita dio pié a la edificación de una parroquia, y a la aparición de servicios públicos en una parte de la ciudad carente de todos los servicios urbanos, y cuyo callejero conserva aun una nomenclatura que manifiesta lo complejo de orientarse en este galimatías: “Calle Cuarta Cañada de la Fila”.

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Guadix, 2010

La ortofotografía de 2010 muestra una ciudad que ha crecido fundamentalmente al norte de la antigua carretera de Almería, hoy Avenida Mariana Pineda, carretera alejada de la ciudad por la construcción de la autovía A-92. La extensión urbana se facilitó con el encauzamiento de río Guadix, que alejó el riesgo de avenidas.

El casco histórico también se compacta con la ocupación de las antiguas huertas preexistentes en el casco, desapareciendo totalmente la huerta de Milla y reduciendo notablemente su extensión la huerta de Carrasco.

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Los barrios de las casas cueva conoce una gran transformación: muchas se abandonan y pierden su función habitacional y agrícola (cuadra, granero, horno). Sin embargo se calcula que todavía se mantienen en pie dos millares de casas cueva habitadas por 4.500 accitanos.

Las distintas barriadas son urbanizadas: las calles se asfaltan, las casas son dotadas de todos los servicios, y se construyen los equipamientos educativos, sanitarios y sociales que una población de esta entidad demanda. La singularidad de estos barrios trogloditas se mantiene, pero la fisonomía se altera, pues es visible en la ortofotografía de detalle la aparición de numerosas cubiertas de teja árabe, edificaciones que amplían la superficie habitada de las casas cueva con construcciones más convencionales, pues los elementos emergentes van ganado terreno a los subterráneos.

El reto de conseguir unas condiciones de habitabilidad adecuadas es superado en estos años incorporando elementos de confort, salubridad, accesibilidad y seguridad antes impensables. La singularidad de este espacio ha atraído nuevos usos a estos barrios, fundamentalmente turísticos (alojamiento, restauración y equipamiento de muy distinto signo), pero también artesanales y culturales, que lo han recualificado.

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